¡Hola a todos!
Aquí estoy de
nuevo empezando con otro diario de un viaje. Esta vez como veis el destino
elegido ha sido MALTA y todo empezó un día gris de finales de mes de noviembre
mientras estaba aburrida en casa, viendo fotos de mi último viaje a Roma. (¡Uy!
De este os debo un diario todavía, pero ya me pondré más adelante con Roma).
Ese día estaba
pensando en preparar mi viaje de Semana Santa, ya que este año, por motivos
personales, se avecinaba un año bastante seco en temas viajeros. Es lo que
tiene hacerse mayor y tener gastos nuevos que cubrir. ¡Ay, maldita hipoteca!.
El caso es,
que como os contaba, últimamente me picaba el gusanillo y tenía ganas de
conocer Malta, pero el calor que hace en verano me echaba hacia atrás (tengo
que aclarar que soy poco amiga de los climas tan, tan calurosos) y siempre lo
posponía para otro momento.
Buscando destinos
a través de la web de una compañía de cuyo nombre no quiero acordarme, jeje! Me
dí cuenta que había un súper ofertón para viajar a Malta al que nadie se podía
resistir. El problema era que el viaje era en enero y no sabía que clima podría
hacer y que implicaba viajar un miércoles y volver un sábado. Eso implicaba que
mi pareja quizá tendría problemas para poder coger los días de vacaciones.
Le mandé un
whatsapp de los míos en plan: “Acabo de ver un viaje de tal a al día por X
euros. ¿Lo cogemos? Es muy barato y así conocemos Malta, no? Aquí se muestra mi
táctica sutil para convencerle y que él se la conoce de memoria. A él lo
convencí, pero el problema es que su jefe no estaba muy por la labor y
directamente no le dejó cogerse esos días como parte de sus vacaciones.
En este punto,
el viaje se complicaba y todos me entenderéis cuando digo que al ver una oferta
de ese tipo, directamente no se puede rechazar. Así que contándole la oferta a
mi madre y el fastidio de que mi pareja no pudiera venir, le entraron ganas y
se apuntó directamente a la escapada. Ya tenía compañera de viaje, mi madre.
Que ya fue compañera de viaje en Polonia. Ahora quedaba solventar el problema
del clima que después de mirar, resultó que el clima era parecido al de
Valencia, así que estaba claro que no nos íbamos a congelar de frio y podríamos
disfrutar de Malta en un época del año diferente a la que van la mayoría de los
viajeros.
Para comprar
los billetes tuve que recurrir a la ayuda de una amiga para que me los comprara
con la famosa tarjeta con la que en Ryanair no cobra comisión y que después de
viajar tanto con ellos, aún no tengo.
Normalmente
suelo pagar siempre la comisión al comprar los vuelos, pero esta vez era tan
barato que si pagaba la comisión ya no hacía tanto gozo (¡Uy!, pero si esto es
una isla de Malta, ¿será casualidad?) y por tanto conseguí dos billetes Valencia-
Malta- Valencia por el módico precio de 28 euros (tasas incluidas).
Ahora tenía
que ponerme manos a la obra en buscar el alojamiento y como siempre prefiero la
opción de alojarme en apartamentos, directamente me puse a buscar esa opción.
Después de
buscar, encontré un apartamento a un precio buenísimo en la zona de Qwara
porque la intención era alquilar un coche para movernos por la isla, pero
después de ver la infinidad de líneas de autobús y el precio de este
transporte, a lo que se sumaba la incomodidad de tener que conducir por la
izquierda, preferí cambiar el alojamiento y coger un apartamento un poco más
caro pero más céntrico en la zona de Gzira, y que nos permitía llegar a la
estación de autobuses de La Valleta, desde donde parten los autobuses que
recorren toda la isla de Malta, en unos 10 minutos.
Ahora sólo
quedaba dedicar el tiempo restante a preparar un itinerario que nos permitiese
ver los sitios más característicos de la isla, teniendo en cuenta que no
podríamos ver la Laguna Azul porque íbamos en invierno, sólo teníamos 3 días y
medio para verla y que tampoco queríamos estresarnos yendo de ir sitio para
otro.
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