Después de ver todas estas cosas, lo único importante que
nos quedaba por ver, era el Castillo de Brastislava, pero teniendo en cuenta
que estaba en la dirección contraria, estábamos a 42 grados y sedientos,
decidimos pasar un último rato en un bar a orillas del Danubio tomando un
granizado, bueno, dos cada uno, porque teníamos mucha calor y de ahí ya nos
fuimos a la estación para coger nuestro bus de regreso a Praga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario