Después de un tiempo
sin escribir nada y recién llegada de mi escapada de Berlín, me propongo a
contaros nuestro segundo día en la Rep. Checa.
Hoy tocaba visita a
un pueblo encantador, Cesky Krumlov. Nuestro autobús salía de la estación Na
Knízecí, así que nos tocaba ir andando de nuestro hotel unos 15 minutos hasta
la estación de Florenc y de ahí ya coger metro hasta esa estación. Una vez
llegas a la estación, subes hacía la calle y ahí enseguida ves las paradas de
los buses. No tiene pérdida. Nuestro autobús era de los amarillos de Student
Agency y todos los desplazamientos desde Praga que hicimos en este viaje, los
hicimos con esta compañía y tengo que decir que son muy amables y puntuales,
que es lo más importante.
El autobús hasta
Cesky salía del andén número 1 a las 9:00 y está todo muy señalizado. Tarda en
llegar sobre unas 3 horas pero como este bus tenía wifi, nos entretuvimos con
el whatsapp, Facebook y entre eso y que te dan algo para beber, se te pasa
rápido. A partir de ese momento, Jose (mi chico) en cada viaje se iba a beber
dos chocolates. El mío y el de él, jajajajaja.
Nada más llegar a
cesky y abandonar el bus nos dimos cuenta del calor que íbamos a pasar de
nuevo, era agosto y en centroeuropa o europa del este, según se mire, hace siempre un calor de mil demonios.
Empezamos la visita
en la calle Široká donde está en Museo de figuras de cera y pasando por una
pasarela que cruza el rio Moldava en la que casi nos quedamos pegados a ella
porque le daba todo el sol y la barandilla era de hierro. Estuvimos un rato
haciendo fotos porque las vistas desde ahí son impresionantes, así que no nos
queríamos imaginar como serían desde lo alto del castillo. Estuvimos un buen
rato callejeando y para poder soportar el calor nos compramos dos smothies de
fresa que estaban buenísimos.
Era muy gracioso
llegar a la plaza y ver como la parte de la sombra estaba abarrotada de gente y
la del sol, estaba vacía. Seguimos callejeando por la calle Horní hasta llegar
a la plaza Svornosti donde está el ayuntamiento renacentista y una columna
mariana de la peste y de ahí ya nos enfilamos por la calle Radniční hasta el
puente Lazebnický y la calle Latrán con sus pintorescas casas medievales.
Cuando cruzamos el río nos dimos cuenta que había mucha gente haciendo rafting
y gente en la ribera del rio sentada, así que decidimos luego hacer un kit kat
en ese sitio para aprovechar el fresquito del agua.
Subimos hasta el
castillo, parando a hacer fotos en todos los miradores que tiene. La entrada es
gratuita y desde ahí arriba se tienen las mejores vistas de todos Cesky.
Después de estar un
buen rato haciendo fotos y viendo el castillo nos bajamos hacia abajo por la
parte trasera y en unos banquitos que estaban a la sombra y donde hacía aire,
nos sentamos a comernos unos sándwiches que llevábamos y que habíamos comprado en
un supermercado de Praga y yo me quedé frita unos minutitos en el banco.
Después como empezó a
darnos en sol, decidimos ir al rio y ahí estuvimos un buen rato, mojándonos los
pies. Qué pena no haber llevado bikini porque os aseguro que me hubiera metido
de cabeza.
De ahí como ya era
casi la hora decidimos ir andando hacía la parada del bús y volver de regreso a
Praga.
A pesar del calor,
habíamos pasado un día fantástico y habíamos alucinado con lo bonito que era el
pueblo.
3 horas más tarde
llegamos a Praga y nos fuimos directos a dormir sin cenar porque al día
siguiente nos íbamos a Bratislava y tocaba madrugón.